En el comienzo de curso nos planteamos de nuevo el sentido que tiene para todos nosotros lo que significa la inclusión educativa, que es, y debe ser, el inicio del proceso para la integración en la sociedad de las personas con discapacidad, evidentemente ante la cuestión del deseo de la inclusión de las personas con discapacidad, todos afirmaríamos que se quiere y es deseable, la cuestión sería ¿ponemos los medios para que esto se pueda llevar a cabo? ¿No nos conformaremos tan solo con buenas intenciones luego ineficaces?
Habrá que plantearse si el Estado y las diferentes entidades están dispuestos a apostar por la inclusión plena de las personas con discapacidad, eso significa, por un lado voluntad de hacerlos, por otro concienciación social y por supuesto, la financiación apropiada para que esto se pueda realizar.
Para que se pueda llevar a término esa inclusión educativa habrá que proveer de los recursos necesarios. Faltan centros educativos con los apoyos adecuados, tanto en la intensidad de los apoyos, como en la adaptación concreta para cada alumno.
Podemos cuestionar una escasa promoción de proyectos educativos en donde participen todos los miembros de la comunidad educativa. La formación del profesorado es en general escasa en temas relacionados con la diversidad y la discapacidad, esto provoca un rechazo por parte del profesorado porque les desborda la situación de tener un alumno con discapacidad.
Para muchos padres, o incluso profesores, tener alumnos con discapacidad podría entorpecer el rendimiento y la marcha de la clase.
En definitiva creer en la inclusión, pero al igual que con el Empleo con Apoyo, hace falta una ayuda y un seguimiento continuo, resumiendo, mentalizar y concienciar a la sociedad y poner los medios necesarios para llevarlo a cabo.
Javier Abad Chismol