Las personas con discapacidad no solo pueden ser voluntarios, sino que es muy aconsejable que puedan hacerlo, porque tenemos que pensar que no solo se deben ser receptores de servicios y de apoyos, sino que todos en un momento u otro podemos ayudar y a su vez recibir ayuda, en una colaboración mutua que iguala la dignidad de las personas.
De hecho en el Trèvol los usuarios son los primeros que ayudan y apoyan a otros compañeros, son apoyos naturales unos de otros. No se debe limitar esta opción porque es una forma de desarrollar diferentes habilidades y potenciar la solidaridad y la sensibilidad hacia el otro.
Es más, no solo pueden ser voluntarios con personas con discapacidad, sino en cualquier tipo de voluntariado social que sirva para aportar a la sociedad, bien sean con ancianos, con niños o ayudando a personas con distintas dificultades.
La Ley del voluntariado es para todas las personas sin excepción, es toda aquella persona que esté dispuesto a dedicar su tiempo a una causa determinada, el tiempo hoy en día es casi lo más valioso que tenemos, y desde la generosidad y la sensibilización social sale el voluntariado, es decir, dar sin recibir nada a cambio tan solo la satisfacción de colaborar y sentirse parte útil de la sociedad, que es un algo muy valioso.
La persona con discapacidad cuando participa lo puede hacer como ciudadano de pleno derecho, al igual que su derecho a la educación inclusiva, la inserción laboral y la participación social en todos los ámbitos de la vida.
Debemos potenciar el voluntario, explicando lo que esto significa, es difícil en ocasiones encontrar voluntarios porque se tiene una cultura de la rentabilidad y del ocio, y por lo tanto a veces cuesta entender la gratuidad porque no se le ve la utilidad.
Ser voluntario ya es un gesto que se debe potenciar y animar en todos los sectores sociales y por supuesto también en las personas con discapacidad como una forma más de integrarse y de ser útil para la sociedad.
Javier Abad Chismol