La inserción en el mundo ordinario de las personas con discapacidad es ya una realidad. Tener el convencimiento de que ninguna limitación física o psíquica supondrá una barrera imposible de superar.
Así lo lleva haciendo el Projecte Trevol desde hace más de diez años, luchando contra los prejuicios de las personas que desconfían de la integración y la normalización de las personas con discapacidad. Una integración que empieza en la escuela y en la familia, no hay que esperar a que la persona sea adulta, como si la integración no fuera parte de su propio proceso evolutivo completo.
La integración empieza en la escuela y en la familia
En primer lugar, es necesario el apoyo de la familia para creer y apostar por la posibilidad cierta, no para un sueño que no se puede realizar porque en el fondo nos falta confianza para creer en esa posibilidad y no en una utopía bonita pero inalcanzable.
Este es el caso Alejandro Ferrándiz Francés un joven de 20 años estudiante del Instituto l´Estació de Ontinyent. Gracias al apoyo del Projecto Trevol pudo comprobar como sus estudios no se quedaban paralizados debido a su discapacidad. La incredulidad del profesorado para ver que Alejandro podría superar las prácticas del módulo de administrativo, hizo que incluso él mismo llegara a pensar que estos tenían razón y que nunca podría hacerlo.
Sin embargo, el trabajo de la técnica del Projecte Trevol, Mª José Gramage, hizo abrir fronteras para que todos creyeran que era posible la integración, su familia, sus profesores, Alejandro mismo y también todos sus compañeros.
El Trevol abrió las puertas de una integración real, que consiste en suplir las carencias de la persona con discapacidad para que pueda llegar al mismo nivel que sus compañeros, un apoyo que es de solidaridad con sus compañeros y de refuerzo y comprensión para los profesores.
Unos obstáculos que ha ido superando Alejandro y, habiendo aprobado las prácticas después de realizar el mismo curso tres veces, le han dado como resultado la obtención del título y el poder estar hoy en día trabajando de administrativo en el Ayuntamiento de Fontanares.
Alejandro debe servir de estímulo a otros chicos y chicas de su edad que se encuentran en una situación similar, para que no se desmoralicen cuando en su entorno académico no encuentren la respuesta que esperan, porque siempre habrá personas que sí crean que la integración en la sociedad es un hecho alcanzable, y que esto comienza en la escuela. También esto supone abrir una puerta a la ilusión y a la esperanza para todos aquellos docentes, que si quieren apostar, personas que se dedican a la educación con mayúsculas y que de este modo pueden llegar a sacar de cada uno de sus alumnos con discapacidad lo mejor que estos tienen dentro.
En definitiva es empezar a confiar que hay que buscar más las capacidades que las limitaciones, que se trata de un esfuerzo de todos, del conjunto de la sociedad. Una cadena de colaboraciones que repercuten en la integración total de la persona con discapacidad y de su entorno. Es un reto para la superación de las dificultades, un impulso a creer en las personas, en la fuerza de voluntad y en poder sacar el máximo rendimiento a las capacidades de cada uno. Algo de lo que nos podemos beneficiar todos, potenciando una serie de valores que enriquece a una sociedad moderna, que cree en las personas y las posibilidades que estas tienen si se confía en sus miembros y en el trabajo en equipo.
Sacar el máximo rendimiento a las capacidades de cada uno
Alejandro en ocasiones se sintió desanimado ante las dificultades, veía como las prácticas y ciertos ejercicios de mecanografía, debido a su dificultad en el movimiento de las manos, no salían adelante. El pensaba que nunca podría superar ese obstáculo, se daba cuenta como había asignaturas que podía aprobarlas pero que a su vez también le tocaba volver a cursarlas. Después de tres años en el curso, y ante la duda clara del Instituto, e incluso ante la negativa inicial de darle el título académico a Alejandro, al final el esfuerzo, el trabajo en equipo, la perseverancia tuvo sus frutos, que es una integración total en la sociedad en todas sus dimensiones; estudios, laboral, familiar, ocio, etc…
Integración total en la sociedad de las personas con discapacidad
Una persona se siente parte de la misma cuando ve que es útil, que no es tan sólo un obstáculo para la gente que le rodea y le tiene que cuidar, es dejar de ser una carga para poder ser una persona en toda su amplitud independientemente de sus limitaciones.