A lo largo del tiempo los conceptos y los vocabularios han ido evolucionando, y lo han hecho al tiempo que iba cambiando la forma de ver el mundo de la discapacidad, tampoco podemos obviar el poder del lenguaje, que puede hacer que veamos las cosas de una manera o de otra.
Ha habido una evolución en la terminología, y también por el trato en consecuencia, a las personas con discapacidad mental o enfermos mentales simplemente se les tachaba de locos y por lo tanto eran objeto de burla o de marginación, y si se veían peligrosos o molestaban mucho se les ingresaba en los llamados manicomios. Todo esto ya es historia afortunadamente y nuestra sociedad ha sabido evolucionar positivamente y valorando las personas sean como sean.
Se plantea ahora eliminar la palabra “disminuido” de la Constitución en el número 49, de esta manera se cumplirán las demandas del Cermi y de otras entidades que luchan por suprimir este vocablo, de tal manera que la terminología quede superada, porque la palabra disminuido es peyorativa.
También ha ido evolucionando positivamente, desde la palabra “subnormal”, que también es muy destructiva, porque crea ciudadanos inferiores o de segunda, hasta su propia utilización de insulto hacia alguien.
El termino persona con discapacidad, y no discapacitado, también le añade un valor porque recalca el valor de la persona. Para que esto que superado de verdad es vital la integración y de la normalización de las personas con discapacidad intelectual, hacerlo visible y no segregando en centros especiales que hace crear colectivos cerrados, aunque se les cambie el nombre.
Las palabras son vitales en el lenguaje y así veremos el poder y su influencia, las palabras positivas y en clave de integración dan resultados y cambia la mentalidad de la gente.
Javier Abad Chismol