Es evidente que el parón político que estamos viviendo en España está entorpeciendo o incluso paralizando muchas de las iniciativas sociales, pero como vemos, no por el hecho de tener estabilidad política o no, las necesidades de las personas con discapacidad desaparecen, la sociedad no se para aunque no haya gobierno.
Como suele ocurrir, los más perjudicados cuando se para el mecanismo legal y jurídico son aquellos sectores de la sociedad que tienen más dificultad, como es el caso de las personas con discapacidad.
Los programas deben contemplar medidas concretas para el desarrollo de actuaciones específicas de promoción y difusión, así como la formación del voluntariado que pueda apoyar a este sector, entrarían tres puntos fundamentales, en primer lugar la difusión de la implicación social, en segundo la captación de voluntarios y en tercer lugar la formación de dichos voluntarios.
Ahí participan cauces necesarios para que esa cooperación pueda llevarse a cabo, y para ello es vital la colaboración con los servicios públicos y la financiación pública a través de entidades de crédito oficial y que facilite el mecanismo.
El voluntariado no es mano de obra barata, es una forma de implicación social de unos con otros, es hacer posible la financiación, la implicación de las leyes y el gobierno, el conocimiento social del concepto de integración, y la preparación y contratación de los técnicos y profesionales para que puedan desarrollar de una manera correcta los diferentes proyectos.
Hay que superar el parón político, porque los efectos de exclusión y de dificultades siguen intensificándose y como decíamos antes, los que más los sufren son los sectores más vulnerables de la sociedad, es decir los pobres y personas con necesidades especiales.
Tenemos que saber qué sociedad queremos y que podemos aportar cada cual para salir del egoísmo hacia la generosidad, no se trata solo de leyes que creen financiación, que es importante, sino cambiar la forma de mirar la discapacidad y su integración.
Javier Abad Chismol