Poco a poco vamos caminando a la igualdad de derechos, es decir, que las personas con discapacidad intelectual no sean ciudadanos de segunda, que pueden participar en muchos ámbitos sociales, y que está participación forme parte de una integración real, que no sean tan solo espectadores y que no sean otros los que tomen las decisiones por ellos.
Hay que escuchar, hay que hablar, hay que descubrir inquietudes de cada uno, no se puede vivir por ellos, aunque pensemos que es lo mejor, también tienen derecho a equivocarse y acertar en sus decisiones, como nos ocurre a cualquiera, en definitiva capacidad para decidir y a su vez tener todos los apoyos necesarios para así descubrir inquietudes.
Se lleva reivindicando el derecho a votar, el derecho a participar activamente en la sociedad como uno más, no esperando que los demás decidan por ellos, y para ello tiene que haber una participación activa, de tal manera que puedan involucrarse en todos los ámbitos de la vida, evitando así la marginación por la condición de discapacidad.
Hay que seguir luchando por los derechos, destacando las capacidades y no las limitaciones, esto es muy importante, hay que concienciar a la sociedad en su conjunto, para que desde una educación inclusiva se vaya hacia una inserción laboral real en empresas ordinarias, buscando los apoyos técnicos y humanos sean en uno más de la sociedad.
Es evidente que en igualdad de condiciones y sin apoyo es difícil una integración real, pero por este motivo hay que trazar ese camino que lleve a la igualdad, de tal manera que se destaque el ser uno más, y ver con normalidad a las personas con discapacidad intelectual y eso se hace desde la escuela, de tal manera que todas las personas que rodean a la persona con discapacidad se conviertan en apoyos naturales.
Javier Abad Chismol