Desde luego es fácil ponernos de acuerdo sobre la necesidad de los colectivos más vulnerables, todos somos conscientes de esto, pero quizás lo más complicado es llevarlo a la práctica.
Esta muy bien ver las necesidades, está bien proponer a los colegios la integración de personas con discapacidad intelectual en la escuela ordinaria, pero ¿ponemos los apoyos necesarios? ¿Tenemos una financiación apropiada para poder costearlo?
Recuerdo cuando salió la ley de la dependencia de cómo todos eran conscientes de esta necesidad, de que había personas dependientes que necesitaban ayuda, cuidadores, pero en muchos casos esa ayuda tardaba mucho en llegar, por este motivo toda ley debe prever cómo se va a materializar, como se va a pagar.
La responsabilidad social de todos, para que se busquen los apoyos para que toda persona que lo desee pueda alcanzar sus metas, que pueda salir adelante, que no perciban tan solo una palmada en la espalda, que haya algo más que eso, que se abra la puerta a la posibilidad de ser uno más.
Por eso hay que reivindicar los apoyos concretos para un proceso progresivo y real de inclusión en la sociedad en todos los ámbitos de la vida.
Hay que procurar que no se pasen la pelota unos a otros, que uno por otro, las distintas administraciones no procuren el apoyo humano y económico para que esto pueda hacerse.
La tarea de difusión es vital, así como que todos nos impliquemos de alguna manera, porque somos parte del apoyo, y dejarnos de lastimas por la discapacidad o por la limitación y empezar a afirmar lo que sí se puede, y lo que se puede si procuramos los apoyos necesarios.
Esos apoyos tienen que ser individualizados y personalizados, porque las necesidades de las personas son distintas, no se puede generalizar, es apoyar a cada uno según necesite y su situación concreta.
Javier Abad Chismol