Con motivo del comienzo de curso escolar es importante que reflexionemos sobre lo que significa la educación inclusiva en los centros educativos de las personas con discapacidad intelectual.
Nadie puede quedar excluido de la educación, pero además no se trata de crear centros especiales para niños con discapacidad intelectual, se trata de que puedan ser uno más, es insistir no tan solo en la atención, sino que se busque la integración real como parte activa de la comunidad educativa, una educación inclusiva es garantía de futuro para la integración real en la sociedad. Tenemos que pensar que hay cerca de 145.000 alumnos con discapacidad intelectual o del desarrollo.
Para ello en primer lugar hay mentalizar y concienciar a la sociedad, porque si no se hace así puede haber un conflicto en la propia comunidad educativa a la hora de integrar un niño con discapacidad en un aula ordinaria. Recientemente conocíamos el caso de cómo un grupo de madres de un colegio presionaban para que un niño no estuviera en el aula con los demás. Alegaban que perjudicaba a sus hijos, y que por uno no iban a salir perjudicados todos. Es como vemos una actitud injusta y egoísta, lejos de lo que significa la normalización, y algo que es fundamental, que es la concienciación y en consecuencia la responsabilidad social que tenemos todos los ciudadanos.
Por ello la mentalización y la concienciación debe comenzar desde la infancia y el mejor lugar es el colegio. Hay que buscar los apoyos necesarios y concretos para cada alumno, con una formación inclusiva para el profesorado, es un derecho para los alumnos y esto garantizará que esa formación sea un puente para la transición a la vida laboral en un futuro.
Hay que orientar una educación que busque el bienestar y la eficacia para el alumno y configurarse como un sistema integral de apoyos en toda la comunidad educativa para que se tenga una estrecha relación con todos los agentes educativos en igualdad de condiciones, y que en el proceso también puedan participar las familias con las cuestiones que afectan directamente a sus hijos.
Que se tengan en cuenta los principios de la justicia, de la solidaridad, de competencia y de ética profesional, teniendo presente que la integración es cosa de toda la sociedad, y que de esta manera será una sociedad más justa.
Para ello hay que ir haciendo el tránsito de la educación especial a la ordinaria, y que los recursos que se utilizan para llevar a término esto se empleen en ello y no en la apertura de nuevos centros de educación especial.
Que no se pueda denegar la admisión de alumnos en los centros ordinarios, para ello se deben buscar los apoyos necesarios centrados en el alumno para que esto pueda hacerse. Promocionar planes con apoyos específicos para cada uno con las suficientes garantías de calidad.
Apostemos por una educación inclusiva y por su aplicación real en la sociedad, que no se quede tan solo en un ideal, que se puedan superar los prejuicios ante la educación inclusiva, que se pongan los apoyos necesarios porque sin ellos esto no puede llevarse a término.
Javier Abad Chismol