Es bien cierto que en muchas ocasiones nos cuesta plasmar el significado de la solidaridad, como aterrizar en las ayudas, los gestos, en acciones reales y concretas, es más, que seamos capaces de educar este tipo de actitudes, que ser responsable no se convierta tan solo en un gesto puntual que me han ofrecido en un momento determinado, algo que pueda ser cotidiano y habitual, como algo que salga de forma natural porque está integrado en la persona.
Las distintas organizaciones nacen de las diferentes necesidades de las personas y de ciertos colectivos sociales. Es vital hacer cercano al ciudadano la realidad de las personas con discapacidad, pero hacerlo de la perspectiva de la integración y la normalización, y ahí entra cualquier persona, porque cualquiera puede ser un apoyo natural para una persona con discapacidad.
Esto es un proceso de implicación y de cercanía y para ello hace falta trasparencia en todo lo que se realiza, que las entidades tengan el apoyo de la ciudadanía, como bien se está viendo marcando en la declaración de la renta la casilla de fines sociales.
Pero también tiene que verse como una inversión social, aportamos entre todos para crear una sociedad mejor y más participativa, siendo responsables unos de otros y apoyando todo tipo de iniciativas que vayan encaminadas a la integración y la implicación en las necesidades de todos los colectivos, especialmente el de los más vulnerables.
Aquí entramos todos, también por supuesto los empresarios que estén dispuestos a contratar en sus empresas a una persona con discapacidad, y que lo haga por rentabilidad y por gesto social, entendiendo que es algo bueno para su empresa, para su negocio y para sus trabajadores. Para esto el empresario tiene que tener el apoyo de las entidades, de las administraciones públicas, para que esto pueda hacerse sin miedo y con confianza, un apoyo necesario que integra y que se hace rentable.
Por ello hay que apostar por mensajes sencillos que lleguen a la gente, que se pueda colaborar de una manera cercana y accesible, en donde podamos implicar a todos dentro de sus posibilidades, bien con aportación o con su tiempo.
Es poner en marcha una acción social integradora y que se pueda desde una manera positiva, no como un gasto o una carga. De la ayuda, de la colaboración ciudadana se pueden beneficiar muchas personas con discapacidad y que así puedan a ser parte activa de la sociedad, porque participan como ciudadanos de pleno derecho.
Se debe seguir sembrando la semilla de la solidaridad y del voluntariado, generando una sociedad más justa, igualitaria y que busque los derechos de todas las personas sin ningún tipo de discriminación.
Javier Abad Chismol