Las personas con discapacidad son unos de los sectores más propensos a la hora de recibir acoso, un acoso que empieza en la escuela, y que se da por ser diferentes, y esa diferencia les hace más vulnerables.
Por ello debemos educar desde la escuela, a los padres, en las redes sociales, a todos los colectivos, en lo importante que es el respeto y tolerar la diferencia, que no sumemos a una situación de dificultad un añadido que sea la burla, la presión social o la marginación.
El maltrato o bullyng hace referencia a cualquier tipo de maltrato, y este no es solo a nivel físico, este es también a nivel psicológico y verbal, en ocasiones se reviste de inocencia y de broma para ocultar un problema que es realmente grave. Este tipo de actitudes se pueden dar dentro del aula pero también se puedan dar fuera ahora también a través de las redes sociales con el cyber acoso.
La violencia suele ser a nivel emocional en el aula y en los patios, la mayoría de los que entran en este tipo de agresiones son los que están entrando en la adolescencia.
Según los distintos estudios realizados los más propensos al acoso escolar suelen ser las niñas y niños entre los cuales predominan con Síndrome de Down, Autismo, Asperger entre otros, que son afectados simplemente por ser diferentes. Si queremos apostar por una educación inclusiva tendremos que aportar los medios para que este no se dé, para ello hay que formar a los profesores, a los alumnos, y que el sistema educativo facilite que esto se puede realizar, promoviendo los apoyos necesarios.
Hay que capacitar a los docentes sobre el tema del acoso, saber diferenciar lo que son bromas sanas y cuales son dañinas, interactuando para que el alumno con discapacidad se integre, no se aparte. Contar con profesionales que puedan ayudar a los docentes a entender cómo tratar las distintas situaciones que se puedan encontrar.
A su vez también evitar la sobreprotección, porque esto no es realmente la solución, porque si lo hace así no podrá detectar las conductas potenciales del acosador, el educador muchas veces debe hacer de observador, para así luego tomar las medidas que sean necesarias.
Que al igual que cualquier alumno que pueda sufrir acoso, no solo ocurre a personas con discapacidad, que no tengan miedo de ir a la escuela, y que por este motivo dejen incluso de ir, lo que a su vez perjudica su formación por absentismo. También los padres tienen un papel fundamental para detectar situaciones de riesgo.
Toda la institución educativa debe observar y detectar cualquier caso, no hay que dejarlo pasar por alto, y ante al más mínimo indicio saber qué es lo que está pasando. Por ello participan todos en la detección de casos, también los compañeros de clase, todos formamos parte de la solución.
Si se frena en la escuela el bullyng se frena también en los adultos, porque es lo que se aprende, lo que se vive, la educación y la concienciación es vital en la integración real de la personas con discapacidad.
Javier Abad Chismol