Hay una realidad que nos debe preocupar de manera considerable, y es el hecho de que el empleo para las personas con discapacidad no es en el entorno ordinario, esto quiere decir, que lo que hacemos es crear empresas para personas con discapacidad, empleos a medida, con ayudas especiales y que si bien cumplen el papel de buscar empleo, no cumplen con el requisito fundamental de la normalización y de la integración.
Según datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), en el año 2016 se generaron 98.802 contratos para personas con discapacidad, un 3,7 por ciento más que el año anterior, algo que tiene algo de positivo por este aumento. Pero no podemos pasar por alto el tipo de empleo que se está creando.
Hoy en día no se puede concebir el mundo de la empresa sin tener en cuenta la diversidad, tanto en el funcionamiento interior como en la imagen que se quiere dar al exterior, es bien cierto que esto se puede utilizar como imagen de propaganda, de hecho se ven campañas de publicidad en la que vemos personas con discapacidad en puestos laborales, la pregunta sería, ¿pero qué puestos laborales y que empresas?
No se puede olvidar el factor humano y social, pero que ocurre, ¿Si creamos empresas de personas con discapacidad aprovechándonos de ayudas y ventajas? Para el empresario puede ser ventajoso, ayudas, personas con discapacidad, imagen de empresa, pero ¿hay una voluntad real de inserción laboral de las personas con discapacidad?
De los 98.802 contratos que se firmaron en el 2016, solo 30.154, es decir el 30,5 por ciento se produjeron en la empresa ordinaria, el resto se produjo en lo que llamamos empleo protegido.
A la hora de abordar la integración de las personas con discapacidad, el mercado laboral ofrece diferentes alternativas:
– Los Centros Ocupacionales constituyen un servicio social para el desarrollo de las personas con discapacidad, con el objetivo de que puedan superar obstáculos y adquirir mayor autonomía y competencias sociales y laborales.
– Los Centros Especiales de Empleo (CEE), cuya finalidad es realizar un trabajo protegido y remunerado, siendo un puente o trampolín hacia el empleo en la empresa ordinaria. Las plantillas de los CEE han de tener, como mínimo, un 70 por ciento de trabajadores con discapacidad.
– La empresa convencional/ordinaria, se trata del entorno habitual de trabajo, donde el empleado con discapacidad desempeña las mismas funciones que cualquier otro trabajador, aunque en algunos casos será necesario ajustar ciertas tareas a las necesidades del empleado.
Desde Trèvol apostamos por el Empleo con Apoyo como la modalidad apropiada para la integración de las personas con discapacidad, de esta manera se normaliza la vida, y no olvidemos que el empleo es vital en el desarrollo de la vida de cualquier persona.
Esperamos que poco a poco haya más empresarios dispuestos a tener en su plantilla a personas con discapacidad, y que piensen que no es una perdida, sino que es una ganancia.
Javier Abad Chismol